Jesús declaró: “Ninguno hay bueno, sino sólo Dios” (Lucas 18:19). Primera de Juan 1:5 nos dice que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Decir que Dios es bueno significa que Dios siempre actúa de acuerdo a lo que es correcto, verdadero y bueno. La bondad es parte de la naturaleza de Dios, y Él no puede contradecir Su naturaleza. La santidad y la justicia son parte de la naturaleza de Dios; Él no puede hacer nada que sea impío o injusto. Dios es el estándar de todo lo que es bueno.
El hecho de que Dios sea bueno significa que no tiene nada malo en Él, sus intenciones y motivaciones son siempre buenas, Él siempre hace lo que es correcto, y el resultado de Su plan siempre es bueno (ver Génesis 50:20). No hay nada desagradable, malo u oscuro en Él. La Biblia enseña que la bondad de Dios se extiende desde Su naturaleza a todo lo que hace (Salmo 119:68). “Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” (Salmo 100:5).
Todo lo que Dios hizo fue originalmente bueno: “Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno” (Génesis 1:31; cf. 1 Timoteo 4:4). La bondad de Dios se muestra en la Ley que dio a Israel; la Ley es santa, justa y buena (Romanos 7:12). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto” (Santiago 1:17). Dios puede crear sólo lo que es bueno, porque Él es completamente bueno.
Dios no creó el mal (Habacuc 1:13; 1 Juan 1:5). Por el contrario, el mal es la ausencia de bondad; es lo que Dios no es. Por su bondad, Dios aborrece el pecado y lo juzgará algún día (Romanos 2:5). La voluntad de nuestro buen Dios es que nunca pequemos: “Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Santiago 1:13).
"Sólo hay Uno que es completa y verdaderamente bueno — Dios. Este buen Dios nos invita a buscarlo y a “gustar, y ver que es bueno el Señor; dichoso el hombre que confía en él”
(Salmo 34:8).
La bondad de Dios debe llevarnos a la gratitud de nuestra parte: “Alabad al Señor, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia” (Salmo 107:1; cf. 1 Crónicas 16:34; Salmo 118:1; 136). Sin embargo, la gente por naturaleza no quiere seguir o dar gracias a Dios. En cambio, “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). En el Antiguo Testamento, los israelitas rechazaron repetidamente la buena Ley de Dios, olvidaron Su bondad para con ellos y le fueron infieles: “se olvidaron de sus obras, y de sus maravillas que les había mostrado” (Salmo 78:11).
Finalmente, la bondad de Dios se ve en Su plan para redimirnos del pecado. El evangelio es “buenas noticias”. En Su bondad, Dios envió a Su Hijo para que fuera el sacrificio perfecto e intachable para que pudiéramos ser perdonados de nuestros pecados. Dios no quiere que “ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9), y es “la bondad de Dios [que] te lleva al arrepentimiento” (Romanos 2:4).